Los dibujos y pinturas presentan una topografía navegable aunque no encajen fácilmente en un sistema uniformemente reconocible. Al proponerlos como historias inconclusas, los elementos faltantes y aquellos que permanecen sepultados obligan al observador a completarlos con la imaginación.

En mi práctica incorporo dibujo, pintura y los procesos digitales.  Utilizo la misma delicadeza o audacia practicable con acrílicos o tinta al pintar con la tableta digitalizadora.  Debo, sin embargo, hacer ajustes al partir del mundo virtual para transponer los temas a la tela o al papel, preservando a menudo efectos logrados en la computadora, como lo son las capas múltiples y los encendidos colores de la pantalla.  En algunas ocasiones las obras digitales sirven como fuente material para realizar pinturas físicas, en otras preservo la técnica virtual inalterada. Repletas de colores saturados, ellas son el reflejo de una sociedad conquistada por la informática.

El palimpsesto de capas superpuestas insinúa lo que existió de hecho y lo que dejó de existir, dejando una tenue impresión. Una nueva dimensión física y metafórica emerge al quedar soterrados ciertos elementos pictóricos. La mediación informa la toma de decisiones e impulsa la obra hacia un nuevo nivel de comunicación con el observador. Ahondándome en este mundo de pintura sobre impresión e impresión de pinturas procuro generar obra que, si bien es accesible, no capitula como predecible ni facilmente descifrable.